domingo, 26 de octubre de 2008

EL ASOMBRO DEL HIELO

jueves, septiembre 07, 2006
El asombro del hielo
Por: Félix Londoño G.
El Eafitense No. 67. Noviembre de 2003Las primeras dos líneas de Cien Años de Soledad señalan un recuerdo marcado por el asombro, el asombro del hielo que varias páginas más adelante se hará explícito: “Aureliano, en cambio, dio un paso hacia adelante, puso la mano y la retiró en el acto. «Está hirviendo», exclamó asustado. Pero su padre no le prestó atención. Embriagado por la evidencia del prodigio, en aquel momento se olvidó de la frustración de sus empresas delirantes y del cuerpo de Melquíades abandonado al apetito de los calamares. Pagó otros cinco reales, y con la mano puesta en el témpano, como expresando un testimonio sobre el texto sagrado, exclamó: - Éste es el gran invento de nuestro tiempo.” (García, 1967:21-22).Usando el mismo ejemplo del asombro ante el hielo, Gastón Bachelard (1948:42-43) se refiere a la inercia que se produce por la denominada intuición sustancialista y sus efectos nefastos para el desarrollo de la ciencia. “En efecto ¡que estupefacción ver el hielo, que no “contiene” fuego en su sustancia, lanzar no obstante chispas! Recordemos, pues, este ejemplo en el cual la sobrecarga concreta enmascara la forma correcta, la forma abstracta del fenómeno.” y luego concluye: “Estas anticipaciones, estos viajes a la Luna, estas fabricaciones de monstruos gigantes son, para el espíritu científico, verdaderas regresiones infantiles. A veces divierten, pero jamás instruyen.”Se presenta en ambas referencias, la una literaria y la otra filosófica, un encuentro con el asombro y lo que el mismo significa para la apertura o cierre de las puertas hacia el conocimiento científico. Es el encuentro primario del hombre con el alma de las cosas, o en palabras de Popper (1972:358), un encuentro con “el argumento de la máquina que refiere al estado y señal que expresan las cosas”. Se trata, en otras palabras, de un cuestionamiento por la mirada pueril que caracterizó la era pre-científica y que aún hoy, tal vez de manera natural, transita en el ser humano en su primera mirada ante el sentido de las cosas. En ese primer encuentro, de estupefacción, nos vemos frente a una encrucijada que por el camino de la intuición sustancialista conduce las más de las veces a simplemente apropiar, y si acaso a explicar, el fenómeno de manera primaria y a veces hasta mágica. Por el camino de la razón la encrucijada habrá de conducir por la ruta del conocimiento y de la ciencia en cuyas raíces ha de estar firmemente plantada la pregunta por el profundo significado de las cosas. Ante un fenómeno que nos causa asombro, más allá de las sensaciones primarias que nos pueda producir, estaríamos abocados en primera instancia a un entendimiento lógico de su sentido y razón de ser. Ante el asombro, y si efectivamente lo es a nuestra mirada y pregunta por las cosas, derivaríamos en un proceso permanente de pensamiento en el que, como dice Gadamer, luego de contemplar el hecho, algo se nos viene a las mientes desde la memoria y en ese permanente ir y venir entre el hecho y la memoria se va desarrollando una continua reproyección de significados del mismo. “Es ahora cuando se emprende el verdadero movimiento del pensar, en el que el espíritu se apresura de lo uno a lo otro, va de aquí para allá, sopesa lo uno y lo otro y busca así la expresión completa de sus ideas por el camino de la investigación (inquisitio) y reflexión (cogitatio)” (Gadamer, 1975: 509-510).Se trata entonces de un continuo ir y venir entre la contemplación del hecho que nos causa asombro, la reflexión sobre el mismo y la pregunta. El hecho dice algo desde el primer momento de su contemplación pero la reproyección final de su sentido resulta de la conversación que le sigue. En esta conversación la pregunta sobre el hecho es esencial para hacer surgir su significado.En su sentido etimológico, se trata del propósito mismo de investigar(Gómez de Silva, 1985:387): ‘Examinar sistemáticamente, observar, tratar de descubrir.’: latín investigare, de in- ‘en’ + vestigare ‘seguir las huellas o la pista, buscar, descubrir’, de vestigium ‘huella, rastro’.El seguir las huellas o la pista tiene un doble sentido. Por un lado, el que hasta el momento hemos consignado, es decir, entender y explicar de manera lógica y coherente el fenómeno o hecho que da lugar al asombro y a la pregunta sobre el mismo. De otro lado, el significado, sentido o posibilidades que se derivarían o podrían avizorarse como posibles aplicaciones o uso del mismo una vez entendido y comprendido el fenómeno o asombro bajo consideración. Es precisamente alrededor de estos sentidos que la ciencia se desarrolla en un continuo de acción que va desde la investigación pura a la investigación aplicada.Volviendo al tema del asombro, y superada en principio la era pre-científica, cabe preguntar sobre la manera como hoy día nos asombramos y la manera como lo afrontamos. Ya la fábrica de hielo está en muchos de los hogares y, en principio, se ha superado la intuición sustancialista que resultara de experiencias básicas como la del encuentro primario con el hielo. ¿Qué significado científico connota hoy día en nosotros el hielo? ¿Qué nos asombra hoy día? ¿Cómo nos asombramos? ¿Qué gatilla hoy día en nuestras mentes el asombro?Estas y muchas otras preguntas de orden similar frente al tema del asombro debieran ser motivo de reflexión frente a los procesos de aprendizaje en todos los niveles de la educación. Para un adecuado proceso de formación de lo que Gastón Bachelard denominara ‘el espíritu científico’, le cabe al sistema educativo la responsabilidad de orientar y guiar apropiadamente a las nuevas generaciones en su manera de aproximarse a lo que él mismo denominara sus obstáculos, siendo el primero de ellos precisamente el de la experiencia básica que desde el asombro pueril que de ella se deriva nos conduce las más de las veces por el camino equivocado, el del mundano hielo del pensamiento.BibliografíaBACHELARD, Gaston. (1948). La formation del’esprit scientifique. Librairie philosophique. (19ª ed. En español. 1993. La formación del espíritu científico. Madrid: Siglo XXI editores S.A.).
Ensayo: Bachelard, Gaston. La formación del espíritu científico
Genis Pérez Alonso Benedicto
Grupo: 9107 (FCA)

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